Autorreconocimiento: una libre aceptación de la población negra
La región Caribe es el asentamiento histórico de la población afrodescendiente. Desde la época de la colonia, los ‘afro’ se han convertido en un cúmulo raizal y, a pesar de estar subyugados y dominados, han encontrado la fuerza, quizás proporcional a su corpulencia, para autorreconocerse y ser reconocidos por el resto de la sociedad.
Santa Marta representa uno de los asentamientos más importantes para este grupo étnico-racial. En las playas, el intenso sol reluce en la oscura piel de los negros vendiendo cocadas, haciendo masajes o realizando trenzas. Y en cada esquina, se encuentran rostros que a simple vista representan el mestizaje generacional que determina la cultura y tradición de una sociedad.
Son reconocidos. El ‘afro’ no pasa desapercibo, sus grandes ojos, el grosor de sus oscuros o casi morados labios, su particular y distintiva nariz, su cabello trenzado y grueso como estropajo, su voluptuosa corporalidad y su particular acento alegre, los hace visible para todos. Todo esto, acompañado de una sonrisa que irradia blancura por sus grandes dientes tipo ‘chiclets’, enmarcan su identidad y su reconocimiento solamente visual.
El estigma histórico en el que se han desenvuelto socialmente, ha generado una situación tendenciosa entre el grupo étnico, el hecho de autorreconocerse se convirtió en un drama existencial y, aun si son distinguidos por las atractivas y exclusivas especialidades de su ser, por dentro y por fuera, el miedo persiste:
De acuerdo a las asociaciones que respaldan a las poblaciones afrodescendientes, como el Centro de Autorreconocimiento Afrocolombiano, CENAFRO, el autorreconocimiento empieza desde el interior de cada individuo, partiendo de la subjetividad y de la historia, que desencadena el conocimiento socialmente construido de los ‘afro’.

Los impedimentos del autorreconocimiento parecen solidificarse, no tanto en el resto de la sociedad, sino en las mismas personas negras. Las barreras que truncan la libertad de decir “Soy negro” y de constatar legalmente que las raíces son puras y tan exclusivamente fuertes como ellos, se esconden tras la discriminación y la forma xenofóbica de ver una realidad tan diversa en el mundo y tan colorida como la de ellos. Así como los esfuerzos, nulos o poco significativos, que los gobiernos puedan aunar para reivindicar sus derechos y darles privilegios.
Según datos estadísticos, el 90,29 de La población ‘afro’ en Santa Marta, censada únicamente en el 2005, no se autorreconoció como perteneciente a ningún grupo étnico-racial; el 7,49% lo hicieron como afrodescendientes; el 0,98% como indígenas y el resto 1,24% no informó.
La población pluri-etnico y multicultural, tanto nacional como regional, aún evidencia los efectos de los rezagos del proceso de esclavización que lleva consigo la limitación de, incluso, los derechos fundamentales.
Resguardados por cinco asociaciones de reconocimiento, como Afrocolombiana Raíces, Kumkumbamana, Afrosanmag – Caribe, Asafronelman y Bakundí, ‘afro’ raizales como Josefina Olivo de Pérez, han encontrado el camino para reafirmar su autorreconocimiento y su participación dentro de la sociedad.
Perteneciente a la Asociación Afrocolombiana Raíces, con 68 años, Josefina, en medio de lo dulce de las cocadas, convierte su casa en un estadero de esparcimiento, en un lugar de Cristo Rey, a donde llegaron de San Pablo, Bolívar.

Josefina cuenta cuán dura fue la llegada a Santa Marta, por el abrupto y obligado cambio de residencia, con un profundo vacío que solo se llenaba por el negativismo de la situación. Pero, gracias a la vida, la reivindicación y el autorreconocimiento se fueron construyendo fácilmente.
Con todo esto, lo más digno de rescatar a la memoria de los abundados de melanina con esencia de alegría, es el reconocimiento, el cual vino con una educación que los orientaba en su historia, situación y cultura. Así que, decir que son negros y que la ley los ampara, es hablar de un autorreconocimiento.
Las manifestaciones culturales son un afincamiento del ser ‘afro’, es mostrar ante la sociedad que existe un antecedente histórico reflejado en la cultura y las tradiciones. Es henchirse de una esencia diferente y abandonar el miedo.
Día a día, Josefina se levanta con una magna energía positiva que inunda su cálido hogar, para elaborar con pasión los dulces que, además de reflejar toda una tradición, reafirman el autorreconocimiento como afrodescendiente.
Por eso, su corazón se engrandece con cada acción que le permite exhibir una esencia negra.