El inicio de la resistencia cultural del pueblo negro en las América: hitos cimarrones y libertarios
Al tiempo que inició la comercialización y esclavitud de personas africanas hacia el continente americano, nació la resistencia del pueblo negro-africano y/o afrodescendiente. Aunque el esclavizado asumiera su inminente situación de dominación y crueles tratos nunca se asumió naturalmente esclavo; con él viajaron sus lenguas, recuerdos, saberes, oficios y tradiciones. Durante cada uno de los momentos el esclavizado ubicaba oportunidades para re-encontrarse con su libertad,
su dignidad y buena vida.
Aquí relataremos tres de las estrategias de liberación o abolición que ayudarán a comprender y desmitificar esos imaginarios hegemónicos de la educación que nos dibujaron una historia negra donde:
- Tomaron personas negras de África, al parecer inmóviles, sin tribus guerreras que hicieran difícil la dominación o captura.
- Estos hombres, mujeres y niños fueron traídos, esclavizados y dejados aquí a su albedrío; es decir no se relaciona procesualmente la abolición con la resistencia cultural, el cimarronaje, la resistencia simbólica, lingüísticas y la continuidad de los aportes afrodescendientes a la actualidad.
- Los negros fueron esclavos como una situación normalizada y no como un catastrófico error de la humanidad.
- Se enfatiza a través de la educación en la esclavitud, pero no se aborda la trata, la presencia del universo africano y la abolición como un aporte a la construcción diversa de nuestra identidad nacional e histórica.
- Se profundiza el imaginario racista y las relaciones de poder que de él se desprenden desde la ausencia de una memoria reparativa y colectiva con las personas y pueblos negros, afrodescendientes y raizales.
Como contribución a esa realidad no-imaginada o desconocida describiremos algunos datos importantes de dos estrategias de resistencia a la esclavización y su abolición: La manumisión y los palenques o cimarronaje.
Manumisión: El sistema esclavista siempre estuvo constituido y movido por el esclavizado y el amo, cubiertos bajo las condiciones legislativas de lo que se concibe como “Estado colonial” o “administración colonial” que siempre reguló de manera escrita la esclavitud. Aunque el esclavizado africano contara siempre con su lengua, el parentesco, y la posibilidad de relacionamiento mínimo con otros africanos, su concepción o lugar social era paralela a la condición de bien inmueble o piezas de indias, es decir su lugar social era estrictamente dependiente del amo, lo cual lo dejaba vulnerable ante las decisiones, caprichos o violencias. El esclavizado en tierras americanas siempre se mantuvo bajo una mínima consideración por parte de la ley medieval ya sea bajo la custodia de España o Portugal. Es así como existían algunas leyes que, aunque no penalizaban la esclavitud ni asumían la humanidad del esclavo sí le reconocían algunos derechos primarios como el de pagar por su propia libertad o concebirse como su (propia) propiedad.
La manumisión se conoció como la esperanza del esclavo, el vehículo hacia un espacio en la vida social y civil, o el conducto legal para ser una persona libre, adquirirla obedecía a las condiciones y posibilidades particulares de cada relación esclavo- amo. Si bien se contempla como una medida afirmativa dentro del sistema esclavista para algunos historiadores ésta siempre fue una sombrilla de falso aliento para el esclavizado, pues bajo la expectativa de lograr la manumisión se daba por sentado
un comportamiento condescendiente. Esta estrategia permitió la libertad de africanos y descendientes bajo costos intangibles y económico. Si bien es recordada como un escape no debe ser interpretada benévolamente, en algunas ocasiones fue usada por el amo para avivar la dedicación por el trabajo y el aferro a la vida sin que necesariamente algún día alcanzara su libertad.
Palenques y cimarronaje: Aunque existiera la posibilidad de pagar por la libertad, el hombre liberto nunca adquiría las mismas condiciones ciudadanas que el hombre blanco, indígena o criollo, así fuera portador de su libertad notariada su legado de esclavo no desaparecía.
“Por esta razón el esclavo que no recibiera un trato que permitiera sobrevivir a los días, o que no resistiera la autoridad y la violencia, solo podría refugiarse en la huida o emancipación. De manera más clara como dicen Herbert & Vinson (1988) “a quienes eran incapaces de conformarse, o de refrenar su individualidad, o tan desafortunados para no encontrar ninguna autonomía o protección dentro del sistema, les quedaban como salida la fuga o la rebelión” (p.137) Durante los cuatro siglos de la esclavización, las personas esclavizadas intentaron innumerables huidas individuales y colectivas que dependían ante todo del lugar de escape, pues los esfuerzos eran más fructíferos si se encontraban rodeados de selva densa o monte abierto; éste proceso de refugio y sobrevivencia en la selva fue conocido para Latinoamérica o el territorio hispano como Cimarronaje, relación que hacían los españoles cuando referenciaban al esclavo africano enmontañado asemejándolo con un animal del monte. El cimarronaje estuvo ligado a la necesidad de levantar asentamientos que permitieran resguardarse en la selva, sentirse en un hogar y organizarse para su defensa, a éstos lugares habitados por negros fugitivos se les conoció como Quilombos o Palenques.
Países como Brasil y Colombia son referentes en el establecimiento de Palenques entendidos como “toda comunidad con cinco o más esclavos fugitivos” (Herbert & Vinson, 1989), éstos asentamientos existieron en toda Latinoamérica sin embargo en éstos dos países se conocieron los de mayor extensión y población, quienes desafiaron las estrategias y recursos para abastecerse y defenderse. “Los más grandes y activos Palenques de cimarrones fueron aquellos establecidos en las
montañas cercanas a las costas de México, Panamá, y lo que es hoy día el norte de Colombia y Venezuela” (Herbert & Vinson; 1989, p. 205).
El espíritu de los Palenques como territorio de refugio de fugitivos y ensayo de libertad nunca fue aceptado por ninguna sociedad esclavista, incluso fueron innumerables los esfuerzos militares por re-capturar a los fugitivos y desmontar las estructuras de los Palenques que lograban identificar. No obstante, nunca lograron debilitar sistemáticamente la estrategia de sublevación de los negros africanos quienes en situación de desventaja lograron apropiarse del territorio desconocido, organizarse militarmente para combatir con armas más artesanales y emboscadas los ataques de los esclavistas, profundizando a su vez sus prácticas culturales y espirituales que fortalecieron anímicamente la resistencia.
Bajo esas circunstancias existieron en América y el Caribe Colombiano tratados con Palenques que albergaban más de 3.000 fugitivos residentes, por ejemplo, San Basilio de Palenque en 1868. Las revueltas y las fugas estuvieron siempre presentes en la expansión de plantaciones y minas de oro, incluso entrada la conocida Nueva granada.
Finalmente, para Azopardo Gutiérrez (1994) los palenques fueron la institucionalización de la rebeldía negra, y los asume como verdaderas células de subversión y zonas de resistencia, dónde el esclavo se organiza y crea una nueva forma de vida; tierras conquistadas que sirven para crecer y hacerse fuerte.
Bibliografía
Herbert, K, y Vinson Ben. (1988) Vida, muerte y familia en las sociedades afroamericanas de esclavos.